La misión de acercar el público al teatro
El fundador del Grupo Catalinas Sur habla de cómo convive en su propuesta la dualidad espectador/vecino.
Nacimos como un acto de resistencia, allá por 1982, en la plaza de nuestro barrio, Catalinas, ocupando el espacio público con nuestros vecinos-actores, atravesados por el aroma a choripán, tan de la fiesta popular y tan argentino.
Desde entonces, nunca tuvimos que preocuparnos por el público. De hecho, cuando se presenta un grupo de Teatro Comunitario, cualquiera de los más de 50 que ya existen en el país y fuera de él, si hay algo seguro es la fiesta y el público. Nuestro grupo, que ya cumplió 30 años y por el que pasaron varias generaciones de vecinos, es a menudo estudiado por tesistas argentinos y extranjeros interesados por este fenómeno. De ellos nos llegó un estudio que indica que más del 70% de la gente que viene al Galpón de Catalinas es lo que se llama "nuevo público". Nosotros creemos que tiene que ver con varias cuestiones que son constitutivas del Teatro Comunitario. Por un lado, nos desarrollamos teniendo en cuenta nuestra territorialidad. No hablamos del mundo, sino de La Boca y desde nuestro barrio pensamos el mundo. El Fulgor Argentino se desarrolló en un club de La Boca y Carpa quemada imagina que el payaso Frank Brown vino a una carpa prestada de nuestro barrio cuando los muchachos bacanes del Jockey Club le quemaron la suya. Venimos de muy lejos recrea la vida en los conventillos, la revolución de las escobas (cuando sus habitantes se rebelaron contra el abuso en el cobro de los alquileres) y la gesta en la que se quiso fundar la República Popular de La Boca.
La gente no tiene que "apropiarse" del espacio porque el Grupo Catalinas Sur nació en una plaza del barrio y luego se trasladó a una "plaza techada" que es nuestro galpón.
También creemos que la memoria colectiva es una directriz para crear nuestros espectáculos que, además, articulan diferentes estéticas de la historia teatral rioplatense. Y que el teatro es la celebración de estar juntos, por eso no hay Catalinas sin canciones, títeres, orquesta, festejo. Arte popular y celebración, memoria y territorialidad son de la gente y para la gente. Quien viene al Galpón sabe que tiene que llegar una hora antes para comerse un chori, saludar a los amigos, hablar con la gente, mirarse y reconocerse.
Para el Grupo Catalinas Sur el teatro no es una herramienta sino un hecho político y estético, un derecho y no un lujo. Por eso no es difícil llegar al "nuevo público", porque sabe que hoy es espectador pero mañana puede ser vecino-actor.
Creemos que la gente dejó de ir al teatro porque los creadores se olvidaron una pregunta esencial: ¿Para quién hacen teatro? Parece que la respuesta es "para sí mismo". Y eso puede ser una respuesta de un pequeño grupo de artistas pero no un sistema hegemónico de hacer teatro. Por eso parte de nuestra tarea como artistas es salir a buscar al público. Seguramente algunos no acceden por falta de dinero, pero creemos que son los menos. La mayoría o no sabe que este tipo de expresiones artísticas existe o si lo sabe no siente que les corresponda, que sea para ellos y que se vayan a sentir cómodos en las salas. No saben cómo deben ir vestidos, ni cómo se tienen que comportar. A excepción de la alta burguesía y de alguna élite cultural de la clase media, la apreciación del arte ya no se transmite de generación en generación. Las políticas liberales dejaron bien en claro que el arte viene sobrando y que lo que hay que hacer es consumir productos masivos y masticados: más de lo mismo. Es hora de que el artista salga a buscar a la gente, de unirse con otros y de pensar en las generaciones que vienen. El arte puede ser transformador para quien lo hace y también para el espectador porque le permite acceder a otros mundos y soñar. La clase media generalmente no es objeto de políticas culturales, y sin embargo nosotros creemos que es una clase "bisagra", a la que hay que sensibilizar. Los integrantes de Catalinas son desde taxistas hasta profesionales. Son la gente del barrio en todas sus expresiones y manifestaciones. Y ya nos dimos cuenta los efectos de una clase media que no es sensible.
Adhemar Bianchi es el fundador del grupo de teatro Catalinas Sur y uno de los referentes más importantes del teatro comunitario en el país. Uruguayo, se formó en su país natal en la escuela de Arte Dramático Margarita Xirgu y en el teatro Circular de Montevideo, fue escenógrafo, actor, asistente de dirección, director y profesor en el grupo 65 y en el teatro circular. Llegó a Buenos Aires en 1973 empujado por los avatares políticos, aquí se ganó la vida en el mundo editorial, como vendedor, gerente y luego dueño de una librería de la calle Corrientes hasta que se reencontró con el teatro y se afincó en La Boca y en los 80 inició el camino junto al Grupo de Teatro Catalinas Sur que dirige hasta la actualidad.
Este año, desarrolló junto a otros artistas, la propuesta Carrusel, un paseo por las artes, la innovadora iniciativa de creación de nuevos públicos para la que se juntaron el Teatro del Pueblo, el Grupo Catalinas Sur, Timbre 4, Alternativa Teatral y La Trama (Asociación Civil). Estas salas y artistas se pusieron de acuerdo para armar un programa con lo mejor de la cartelera en horarios no convencionales para instituciones educativas y todo tipo de empresas, clubes, sindicatos y agrupaciones. Con el objeto de democratizar las artes independientes de la Ciudad, este grupo de artistas, pedagogos, gestores culturales y productores con muchos años de trabajo en el mundo de la cultura de la Ciudad propone un paseo por lo mejor de las artes escénicas y visuales para quienes no suelen tener estas salidas como opciones dentro de su menú, con funciones especiales en las salas, en horarios no convencionales de espectáculos premiados y elogiados por la crítica y recorridos artísticos participativos en museos y espacios de artes tradicionales y de vanguardia.
Nacimos como un acto de resistencia, allá por 1982, en la plaza de nuestro barrio, Catalinas, ocupando el espacio público con nuestros vecinos-actores, atravesados por el aroma a choripán, tan de la fiesta popular y tan argentino.
Desde entonces, nunca tuvimos que preocuparnos por el público. De hecho, cuando se presenta un grupo de Teatro Comunitario, cualquiera de los más de 50 que ya existen en el país y fuera de él, si hay algo seguro es la fiesta y el público. Nuestro grupo, que ya cumplió 30 años y por el que pasaron varias generaciones de vecinos, es a menudo estudiado por tesistas argentinos y extranjeros interesados por este fenómeno. De ellos nos llegó un estudio que indica que más del 70% de la gente que viene al Galpón de Catalinas es lo que se llama "nuevo público". Nosotros creemos que tiene que ver con varias cuestiones que son constitutivas del Teatro Comunitario. Por un lado, nos desarrollamos teniendo en cuenta nuestra territorialidad. No hablamos del mundo, sino de La Boca y desde nuestro barrio pensamos el mundo. El Fulgor Argentino se desarrolló en un club de La Boca y Carpa quemada imagina que el payaso Frank Brown vino a una carpa prestada de nuestro barrio cuando los muchachos bacanes del Jockey Club le quemaron la suya. Venimos de muy lejos recrea la vida en los conventillos, la revolución de las escobas (cuando sus habitantes se rebelaron contra el abuso en el cobro de los alquileres) y la gesta en la que se quiso fundar la República Popular de La Boca.
La gente no tiene que "apropiarse" del espacio porque el Grupo Catalinas Sur nació en una plaza del barrio y luego se trasladó a una "plaza techada" que es nuestro galpón.
También creemos que la memoria colectiva es una directriz para crear nuestros espectáculos que, además, articulan diferentes estéticas de la historia teatral rioplatense. Y que el teatro es la celebración de estar juntos, por eso no hay Catalinas sin canciones, títeres, orquesta, festejo. Arte popular y celebración, memoria y territorialidad son de la gente y para la gente. Quien viene al Galpón sabe que tiene que llegar una hora antes para comerse un chori, saludar a los amigos, hablar con la gente, mirarse y reconocerse.
Para el Grupo Catalinas Sur el teatro no es una herramienta sino un hecho político y estético, un derecho y no un lujo. Por eso no es difícil llegar al "nuevo público", porque sabe que hoy es espectador pero mañana puede ser vecino-actor.
Creemos que la gente dejó de ir al teatro porque los creadores se olvidaron una pregunta esencial: ¿Para quién hacen teatro? Parece que la respuesta es "para sí mismo". Y eso puede ser una respuesta de un pequeño grupo de artistas pero no un sistema hegemónico de hacer teatro. Por eso parte de nuestra tarea como artistas es salir a buscar al público. Seguramente algunos no acceden por falta de dinero, pero creemos que son los menos. La mayoría o no sabe que este tipo de expresiones artísticas existe o si lo sabe no siente que les corresponda, que sea para ellos y que se vayan a sentir cómodos en las salas. No saben cómo deben ir vestidos, ni cómo se tienen que comportar. A excepción de la alta burguesía y de alguna élite cultural de la clase media, la apreciación del arte ya no se transmite de generación en generación. Las políticas liberales dejaron bien en claro que el arte viene sobrando y que lo que hay que hacer es consumir productos masivos y masticados: más de lo mismo. Es hora de que el artista salga a buscar a la gente, de unirse con otros y de pensar en las generaciones que vienen. El arte puede ser transformador para quien lo hace y también para el espectador porque le permite acceder a otros mundos y soñar. La clase media generalmente no es objeto de políticas culturales, y sin embargo nosotros creemos que es una clase "bisagra", a la que hay que sensibilizar. Los integrantes de Catalinas son desde taxistas hasta profesionales. Son la gente del barrio en todas sus expresiones y manifestaciones. Y ya nos dimos cuenta los efectos de una clase media que no es sensible.
Adhemar Bianchi es el fundador del grupo de teatro Catalinas Sur y uno de los referentes más importantes del teatro comunitario en el país. Uruguayo, se formó en su país natal en la escuela de Arte Dramático Margarita Xirgu y en el teatro Circular de Montevideo, fue escenógrafo, actor, asistente de dirección, director y profesor en el grupo 65 y en el teatro circular. Llegó a Buenos Aires en 1973 empujado por los avatares políticos, aquí se ganó la vida en el mundo editorial, como vendedor, gerente y luego dueño de una librería de la calle Corrientes hasta que se reencontró con el teatro y se afincó en La Boca y en los 80 inició el camino junto al Grupo de Teatro Catalinas Sur que dirige hasta la actualidad.
Este año, desarrolló junto a otros artistas, la propuesta Carrusel, un paseo por las artes, la innovadora iniciativa de creación de nuevos públicos para la que se juntaron el Teatro del Pueblo, el Grupo Catalinas Sur, Timbre 4, Alternativa Teatral y La Trama (Asociación Civil). Estas salas y artistas se pusieron de acuerdo para armar un programa con lo mejor de la cartelera en horarios no convencionales para instituciones educativas y todo tipo de empresas, clubes, sindicatos y agrupaciones. Con el objeto de democratizar las artes independientes de la Ciudad, este grupo de artistas, pedagogos, gestores culturales y productores con muchos años de trabajo en el mundo de la cultura de la Ciudad propone un paseo por lo mejor de las artes escénicas y visuales para quienes no suelen tener estas salidas como opciones dentro de su menú, con funciones especiales en las salas, en horarios no convencionales de espectáculos premiados y elogiados por la crítica y recorridos artísticos participativos en museos y espacios de artes tradicionales y de vanguardia.
Fuente: Info News
Link: http://todoshow.infonews.com/2014/06/22/todoshow-150533-la-mision-de-acercar-el-publico-al-teatro.php
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