El barrio como lugar recuperado
Multitudinario. El uruguayo Adhemar Bianchi al frente de una experiencia internacional
En Argentina hay casi 50 grupos de teatro comunitario, una movida impulsada por el Grupo Catalinas Sur del barrio porteño de La Boca bajo la dirección del uruguayo Adhemar Bianchi. Buscan replicar la experiencia en Uruguay.
La Red Nacional de Teatro Comunitario (www.teatrocomunitario.com.ar) nació en 2003 en la capital argentina y rápidamente se extendió a lo largo y ancho del vecino país, donde ya hay casi 50 grupos de vecinos actores. Con presencia en las provincias de Buenos Aires, Misiones, Santa Fe, Córdoba, Catamarca, Salta, San Luis, Chaco, Mendoza y Santa Cruz, este tipo de teatro tuvo como origen e impulsor al Grupo Catalinas Sur nacido en el barrio porteño de La Boca en 1983 y que desde sus comienzos hasta hoy es dirigido por el uruguayo Adhemar Bianchi.
"Las consignas básicas del teatro comunitario son quiénes somos, de dónde venimos y el derecho que tenemos a crear. Se trata de recuperar la vida del barrio como territorio, de mantener y crear identidad a través de centros culturales y fomentar la participación como base de un cambio social evitando la tendencia urbanística actual de que el barrio es una zona de dormitorios", explicó a El País Bianchi.
Y agregó: "El teatro comunitario une la vocación teatral con la realidad social. Es un compromiso muy importante que básicamente pasa por una poética, porque no es el compromiso militante. No somos militantes políticos, somos gente de teatro que vemos en el teatro una forma de inclusión de la gente, de celebración y de creación colectiva y de romper el paradigma del `yo` y poner el de `nosotros`".
Creación propia. El director uruguayo tiene 65 años y vive en Buenos Aires desde 1973. Sin embargo su formación artística proviene de la escuela de Arte Dramático Margarita Xirgu y del Teatro Circular de Montevideo, donde fue escenógrafo, actor, director y profesor. A principios de los 80 un grupo de padres de la escuela a la que concurrían sus hijas le pidió que diera talleres de actuación y él redobló la apuesta: propuso realizar teatro "directamente en la plaza" del barrio. "Un compañero era ingeniero y trabajaba en la ONU y dijo: `Yo, ni loco`. A la semana estaba corriendo por la plaza disfrazado de ñandú", contó risueña Stella Giaquinto (también uruguaya residente en Argentina desde hace 38 años), quien junto a Bianchi se desempeña como codirectora de Venimos de muy lejos.
La obra ficciona la epopeya que protagonizaron miles de inmigrantes a fines del siglo XIX y principios del XX en La Boca: fue creada por los propios integrantes de la comunidad en base a las historias de sus antepasados y es representada desde hace 22 años por el grupo teatral.
"Creo que se animaron a actuar en la plaza porque el grupo nace en los últimos meses de la dictadura militar acá en Argentina y consciente o inconscientemente existía la necesidad de juntarse y celebrar el espacio público. El primer día que hicimos una función había 800 personas y realizamos Los comediantes, un espectáculo de Jorge Curi y Mercedes Rein sobre el Siglo de Oro español y donde se tomaron los textos del Rey Fernando para hablar de la censura.
Primero apareció un helicóptero y después aparecieron dos patrulleros, vieron la cantidad de gente que había, que era un acto teatral y no sabían qué hacer. Llevarnos presos era algo ilógico, así que se fueron. A partir de ahí quedó patente que el espacio público lo utilizamos nosotros y nunca pedimos permiso. No fue ninguna resistencia heroica pero sí una forma de resanar y de recuperar el derecho de lo colectivo y creativo, recordó Bianchi.
A 29 años de esa experiencia, los espectáculos de Catalinas Sur no sólo se han presentado en plazas de todo el vecino país, sino también del mundo y cuentan con su propio teatro al que llaman "la plaza techada". La sala no pertenece a ningún circuito comercial ni gubernamental y cuenta con todo a nivel técnico y de servicios como para albergar a 300 personas sentadas, por lo que es, sin dudas, un ambicioso y meritorio proyecto de autogestión.
"La legitimación de un grupo implica la legitimación de sus espacios y en el caso del Galpón de Catalinas no se recibe al público con el concepto de sala sino con el concepto de grupo y esto es muy importante: no somos dueños de una sala, tenemos un espacio comunitario", dijo el director uruguayo y señaló: "Se trata de un crecimiento patrimonial, no de dinero, sino de lo que eso representa para nuestra comunidad por el uso que le damos. Según nuestras encuestas, el 60% del público que llega viene por primera vez a un teatro y eso es un hecho muy modificador".
Replicar en Uruguay. El entusiasmo de su grupo es tan grande que la experiencia se ha extendido en red por toda Latinoamérica y hasta hay "algunos contagios en Europa, en especial Italia y España". "Algunas experiencias tienen que ver con la utilización del teatro como herramienta, por ejemplo en cárceles o en cuestiones de educación; pero nosotros reivindicamos el teatro no como una herramienta sino como un hecho en sí, transformador, poético y poderoso para mantener esto de la vida de la comunidad", diferenció.
En ese sentido, el director uruguayo participa en Montevideo del Proyecto Esquina como asesor y formador de los maestros que llevan esa experiencia comunitaria a cabo. "Lo que hay en Uruguay es un gran intento por el lado de autoridades de distintas ciudades y departamentos de crear proyectos culturales con los vecinos. Pero en alguna medida son experiencias que no nacieron de la gente sino de una intención de políticas culturales del Estado y justamente estoy viendo cómo hacer que sea apropiado por los vecinos como proyecto propio y no sólo como un servicio o herramienta del Estado", explicó Bianchi a El País.
Y añadió: "No hay recetas, porque si uno habla de identidad y de memoria se debe respetar la idiosincrasia de cada lugar, no sólo de cada país, de cada barrio, de cada núcleo. El Uruguay tiene algunas cosas distintas porque las murgas y las comparsas de candombe nacieron como representación justamente de identidad y memoria barrial aunque ahora muchas ya son cuasiprofesionales y, por ejemplo, la movida de Murga Joven también es un espacio comunitario".
"Nuestra idiosincrasia y manera de pensar es realizar espectáculos populares que involucren a la mayoría, lo del teatro comunitario me quita del lugar de los celos, de la competencia artística, disfruto más compartiendo y revelando mis secretos que no. El logro más grande es poder mantenerlo", expuso Alfredo Iriarte, otro de los miembros uruguayos del grupo, que además es actor, director, realizador y muy reconocido en el ambiente teatral internacional por sus máscaras.
"Cuando miro para atrás, me siento muy orgulloso porque se fue creando la base para que esto siga su camino transformándose en las siguientes generaciones. Tiene una vitalidad propia como para seguir", aseguró Bianchi.
En Argentina hay casi 50 grupos de teatro comunitario, una movida impulsada por el Grupo Catalinas Sur del barrio porteño de La Boca bajo la dirección del uruguayo Adhemar Bianchi. Buscan replicar la experiencia en Uruguay.
La Red Nacional de Teatro Comunitario (www.teatrocomunitario.com.ar) nació en 2003 en la capital argentina y rápidamente se extendió a lo largo y ancho del vecino país, donde ya hay casi 50 grupos de vecinos actores. Con presencia en las provincias de Buenos Aires, Misiones, Santa Fe, Córdoba, Catamarca, Salta, San Luis, Chaco, Mendoza y Santa Cruz, este tipo de teatro tuvo como origen e impulsor al Grupo Catalinas Sur nacido en el barrio porteño de La Boca en 1983 y que desde sus comienzos hasta hoy es dirigido por el uruguayo Adhemar Bianchi.
"Las consignas básicas del teatro comunitario son quiénes somos, de dónde venimos y el derecho que tenemos a crear. Se trata de recuperar la vida del barrio como territorio, de mantener y crear identidad a través de centros culturales y fomentar la participación como base de un cambio social evitando la tendencia urbanística actual de que el barrio es una zona de dormitorios", explicó a El País Bianchi.
Y agregó: "El teatro comunitario une la vocación teatral con la realidad social. Es un compromiso muy importante que básicamente pasa por una poética, porque no es el compromiso militante. No somos militantes políticos, somos gente de teatro que vemos en el teatro una forma de inclusión de la gente, de celebración y de creación colectiva y de romper el paradigma del `yo` y poner el de `nosotros`".
Creación propia. El director uruguayo tiene 65 años y vive en Buenos Aires desde 1973. Sin embargo su formación artística proviene de la escuela de Arte Dramático Margarita Xirgu y del Teatro Circular de Montevideo, donde fue escenógrafo, actor, director y profesor. A principios de los 80 un grupo de padres de la escuela a la que concurrían sus hijas le pidió que diera talleres de actuación y él redobló la apuesta: propuso realizar teatro "directamente en la plaza" del barrio. "Un compañero era ingeniero y trabajaba en la ONU y dijo: `Yo, ni loco`. A la semana estaba corriendo por la plaza disfrazado de ñandú", contó risueña Stella Giaquinto (también uruguaya residente en Argentina desde hace 38 años), quien junto a Bianchi se desempeña como codirectora de Venimos de muy lejos.
La obra ficciona la epopeya que protagonizaron miles de inmigrantes a fines del siglo XIX y principios del XX en La Boca: fue creada por los propios integrantes de la comunidad en base a las historias de sus antepasados y es representada desde hace 22 años por el grupo teatral.
"Creo que se animaron a actuar en la plaza porque el grupo nace en los últimos meses de la dictadura militar acá en Argentina y consciente o inconscientemente existía la necesidad de juntarse y celebrar el espacio público. El primer día que hicimos una función había 800 personas y realizamos Los comediantes, un espectáculo de Jorge Curi y Mercedes Rein sobre el Siglo de Oro español y donde se tomaron los textos del Rey Fernando para hablar de la censura.
Primero apareció un helicóptero y después aparecieron dos patrulleros, vieron la cantidad de gente que había, que era un acto teatral y no sabían qué hacer. Llevarnos presos era algo ilógico, así que se fueron. A partir de ahí quedó patente que el espacio público lo utilizamos nosotros y nunca pedimos permiso. No fue ninguna resistencia heroica pero sí una forma de resanar y de recuperar el derecho de lo colectivo y creativo, recordó Bianchi.
A 29 años de esa experiencia, los espectáculos de Catalinas Sur no sólo se han presentado en plazas de todo el vecino país, sino también del mundo y cuentan con su propio teatro al que llaman "la plaza techada". La sala no pertenece a ningún circuito comercial ni gubernamental y cuenta con todo a nivel técnico y de servicios como para albergar a 300 personas sentadas, por lo que es, sin dudas, un ambicioso y meritorio proyecto de autogestión.
"La legitimación de un grupo implica la legitimación de sus espacios y en el caso del Galpón de Catalinas no se recibe al público con el concepto de sala sino con el concepto de grupo y esto es muy importante: no somos dueños de una sala, tenemos un espacio comunitario", dijo el director uruguayo y señaló: "Se trata de un crecimiento patrimonial, no de dinero, sino de lo que eso representa para nuestra comunidad por el uso que le damos. Según nuestras encuestas, el 60% del público que llega viene por primera vez a un teatro y eso es un hecho muy modificador".
Replicar en Uruguay. El entusiasmo de su grupo es tan grande que la experiencia se ha extendido en red por toda Latinoamérica y hasta hay "algunos contagios en Europa, en especial Italia y España". "Algunas experiencias tienen que ver con la utilización del teatro como herramienta, por ejemplo en cárceles o en cuestiones de educación; pero nosotros reivindicamos el teatro no como una herramienta sino como un hecho en sí, transformador, poético y poderoso para mantener esto de la vida de la comunidad", diferenció.
En ese sentido, el director uruguayo participa en Montevideo del Proyecto Esquina como asesor y formador de los maestros que llevan esa experiencia comunitaria a cabo. "Lo que hay en Uruguay es un gran intento por el lado de autoridades de distintas ciudades y departamentos de crear proyectos culturales con los vecinos. Pero en alguna medida son experiencias que no nacieron de la gente sino de una intención de políticas culturales del Estado y justamente estoy viendo cómo hacer que sea apropiado por los vecinos como proyecto propio y no sólo como un servicio o herramienta del Estado", explicó Bianchi a El País.
Y añadió: "No hay recetas, porque si uno habla de identidad y de memoria se debe respetar la idiosincrasia de cada lugar, no sólo de cada país, de cada barrio, de cada núcleo. El Uruguay tiene algunas cosas distintas porque las murgas y las comparsas de candombe nacieron como representación justamente de identidad y memoria barrial aunque ahora muchas ya son cuasiprofesionales y, por ejemplo, la movida de Murga Joven también es un espacio comunitario".
"Nuestra idiosincrasia y manera de pensar es realizar espectáculos populares que involucren a la mayoría, lo del teatro comunitario me quita del lugar de los celos, de la competencia artística, disfruto más compartiendo y revelando mis secretos que no. El logro más grande es poder mantenerlo", expuso Alfredo Iriarte, otro de los miembros uruguayos del grupo, que además es actor, director, realizador y muy reconocido en el ambiente teatral internacional por sus máscaras.
"Cuando miro para atrás, me siento muy orgulloso porque se fue creando la base para que esto siga su camino transformándose en las siguientes generaciones. Tiene una vitalidad propia como para seguir", aseguró Bianchi.
De las tablas a la pantalla
La experiencia de teatro comunitario va camino al cine. Se trata de la versión para la pantalla grande de la obra "Venimos de muy lejos" del Grupo Catalinas Sur, con dirección del cineasta argentino Ricardo Piterbarg. El filme se encuentra en etapa de posproducción y para iniciar su camino recibió un préstamo del Instituto Nacional del Cine y Artes Audiovisuales de la Argentina (INCAA), y en su rodaje (realizado entre noviembre y diciembre de 2011) trabajó un equipo de más de 150 personas.
Fuente: El Pais
Link: http://www.elpais.com.uy/120211/pespec-623954/espectaculos/el-barrio-como-lugar-recuperado/
La experiencia de teatro comunitario va camino al cine. Se trata de la versión para la pantalla grande de la obra "Venimos de muy lejos" del Grupo Catalinas Sur, con dirección del cineasta argentino Ricardo Piterbarg. El filme se encuentra en etapa de posproducción y para iniciar su camino recibió un préstamo del Instituto Nacional del Cine y Artes Audiovisuales de la Argentina (INCAA), y en su rodaje (realizado entre noviembre y diciembre de 2011) trabajó un equipo de más de 150 personas.
Fuente: El Pais
Link: http://www.elpais.com.uy/120211/pespec-623954/espectaculos/el-barrio-como-lugar-recuperado/
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